InHuaraz

POU BROTHERS AND EL PUMAHUACANCA PICO: NOMINEES FOR THE GOLDEN AXES 2023

The brothers Iker and Eneko Pou together with Micher Quito (Peruvian) opened a new climbing route in a single attempt from the ground, without installing fixed ropes and climbing for more than 12 hours of ascent, which they baptized with the name ONE PUSH ( a push) on the southwest face of the Pumahuacanca peak, located in the central part of the Cordillera Blanca in the jurisdiction of the beautiful district of OLLEROS – HUARAZ (area of great high mountain climbs and long rock walls); in the month of July 2022, considered for them the best climb to date.

TECHNICAL LEVEL: M7, 85°, V, 1000 m.

STORIES OF THE POU BROTHERS

We only have a few minutes of light and no prior information on how to get down.
El pico Pumahuacanca (nombre originario “donde llora el Puma”) es una montaña muy enrevesada por cualquiera de sus vertientes, lo que conlleva que el descenso sea tan complicado como el ascenso. Creemos que es la primera vez que logramos algo tan difícil con piolet y crampones
En ese momento nos damos cuenta de que debemos darnos prisa y elegir bien el descenso. Apenas tenemos unos minutos de luz y ninguna información previa de cómo bajar una montaña tan grande, que, en mitad de la noche, está cubierta de trampas… En una decisión siempre arriesgada y difícil, decidimos tirarnos hacia la vertiente contraria a la que hemos escalado. La primera parte resulta muy inclinada y la destrepamos como podemos con piolet y crampones. La salvación se intuye muy lejana, casi 1.500 metros más abajo en las bonitas praderas verdes del valle de Rurec. Pero no hay que perder la concentración, porque para disfrutar de eso aún queda mucho.
Se nos echa la oscuridad encima, mientras cambiamos las botas de alta montaña por las zapatillas, para bajar más cómodos cuando se acaba la nieve. Los acantilados cada vez son más grandes, con lo que, a los destrepes, le siguen también un montón de rapeles de fortuna. Perder metros se hace una labor ingente, y en mitad de la noche, y sobre una pared de más de 1000 m, nos vamos inventando un descenso que nos saque del peligro… Pero este no acaba nunca.
A las 3 de la mañana cuando se nos agota gran parte de la potencia de nuestras luces frontales, el cuerpo ya lleva varias horas funcionando como un autómata, y hemos apurado en infinidad de ocasiones en destrepes peligrosos y rapeles dudosos, decidimos parar (¡En ese momento llevamos 22 horas de actividad!) y descansar tirados en la hierba. Es un lugar con mucha vegetación con lo que estamos seguros que el fondo del valle y por lo tanto la salvación está próxima, pero con la poca luz que tenemos somos incapaces de seguir resolviendo el jeroglífico… Las tres horas que discurren hasta que empieza a amanecer son durísimas. Tirados en una fuerte pendiente buscando la protección de la hierba sin más parapeto que la ropa que tenemos encima (Llevamos horas con todo puesto para combatir el intenso frío nocturno) el viento glacial nos hace tiritar, al punto que, en el silencio de la noche, solo escuchamos el castañear de los dientes del de al lado”, indican los hermanos Pou.
“Cuando amanece nos damos cuenta que estábamos a apenas cincuenta metros de la rampa que, de una manera sencilla, nos conduciría a la seguridad del valle, pero después de visto… Son las 7:30 am (26 h ½ después de iniciada la actividad) cuando llegamos a la base de la quebrada desde donde dos días antes iniciamos nuestro ascenso hasta el campo base. Pero nuestras tiendas se encuentran quinientos metros más arriba de donde estamos y no tenemos fuerzas para llegar hasta allí, con lo que contactamos con nuestro cámara y compañero Alex Estrada para que sepa que estamos vivos y que baje con todo desde arriba. Ha sido duro, pero nuestra aventura ha tenido un final feliz”, concluyen Iker y Eneko.

Exit mobile version